Resumen de los acontecimientos anteriores: Tras infiltrarse en el cuartel general de la Secta del Murciélago de Arena en la Ciudad de la Gran Raza y dar muerte a su líder, el Doctor Robert Huston, los supervivientes de la Expedición Jackson-Walker se dirigen a Shangái, donde esperan desbaratar definitivamente los planes de Nyarlathotep.
Personajes:
Shanghái, martes 4 de Agosto de 1925
Personajes:
- Owen Rivers: el detective neoyorkino es el único superviviente de la expedición original. Cubierto de heridas y cicatrices, y poseedor de unos oscuros conocimientos que le han cambiado para siempre, está decidido a detener la conspiración o morir en el intento.
- Michael Bishop: el piloto británico ha visto maravillas y aberraciones que la psique humana no es capaz de soportar sin romperse. Atormentado por horribles sueños y visiones, sigue adelante gracias a su inquebrantable determinación.
- Dr. Anthony Dimsdale Cowles: el antropólogo australiano al fin encontró la ciudad perdida que buscaba en el desierto australiano. Sin embargo, se dio cuenta de que ésta no era más que una pieza en un malévolo plan que amenazaba al mundo entero y que ya se había cobrado la vida de su discípulo David Dodge y de otras buenas personas. Decidió poner sus conocimientos al servicio de los hombres que trataban de detener ese plan.
- Señorita Ewa Seaward Cowles: la hija del Doctor Cowles es una joven de armas tomar que no está dispuesta a dejar que su padre haga que lo maten en algún rincón perdido del mundo. Además, alguien tiene que pagar por la muerte de David.
- Mei Ling: una joven anglochina contratada por la oficina de la Agencia Continental en Shanghái para guiar a los miembros de la expedición y colaborar en su misión.
Para cuando llegan hasta el convaleciente
Rivers, en la mente de todos sólo queda el convencimiento de que en China
esperaba un último esfuerzo, una prueba final antes de poder descansar. Incluso
los Cowles, que apenas llegan a comprender lo que está en juego, se ven
atrapados por el espíritu del grupo, y deciden unirse a los investigadores en
el viaje que promete terminar con la amenaza de los sectarios seguidores de
Nyarlathotep, al menos por un tiempo.
La única que queda atrás, cuando el vapor
sale de Darwin Rumbo a Hong Kong, es Aremi Miki, la guía aborigen. En el
trayecto, los veteranos ponen al día a los recién llegados, quienes constatan,
no sin aprensión que el único superviviente de la expedición que partió de
Nueva York, hace apenas siete meses, es el maltratado Owen Rivers. Lo que
generalmente sería un viaje tranquilo y relajado se convierte en un remolino de
actividad, mientras recaban toda la información acumulada sobre la actuación de
la amenaza global que pueda ayudarles en China. Apenas un puñado de detalles:
una caja de cerillas obsequio de un cuchitril llamado “El Tigre Tambaleante”, con
dirección en Shanghái (Calle de los Farolillos, 10); una foto en la que puede
verse un buque, de cuyo nombre sólo pueden adivinarse las primeras letras,
rodeado de juncos; y los numerosos albaranes de envío localizados en los almacenes
utilizados por las sectas a lo largo y ancho del globo terráqueo, todos con una
misma dirección, también en Shanghái: Almacenes Ho Fong.
Pese a que saben que un mercenario conocido
como “Nails” Nelson se encontró con Brady en un bar de Hong Kong, nunca
llegaron a entrevistarse con el soldado de fortuna, e ignoran de qué bar se
trataba. Por lo tanto, deciden continuar su camino y tomar el primer barco a Shanghái.
El ajetreado puerto de Shanghái |
A su llegada a Shanghái, a primera hora de la
mañana, los investigadores son recibidos por Mei Ling, una empleada de la
oficina local de la Agencia Continental. Rápidamente se dirigen a un hotel en
el sector europeo de la ciudad, desde el que dirigirán todos sus esfuerzos; en
el camino Michael Bishop se detiene a comprar un periódico local, buscando
noticias que puedan ayudarles a dar con sus enemigos. Con un sexto sentido
agudizado por todos los incidentes ya superados, rápidamente localiza dos
trasuntos inusuales, que pueden guardar relación con la conspiración sectaria.
Uno es un anuncio de un astrólogo local, el
Señor Lung, que advierte de una alineación estelar propicia y de información
sobre el futuro de los que decidan acudir a su tienda. El otro, una noticia
sobre la aparición de un cuerpo mutilado, sin brazos, en el muelle del barrio
chino.
Mei Ling |
Con esa nueva información, el grupo decide
seguir primero el rastro fresco, antes de investigar pistas que pueden llevar
meses enterradas. Así, Rivers y Bishop acuden a la tienda del Señor Lung,
mientras que Ewa Cowles, su padre y la intérprete china acuden a las
autoridades locales en busca de información sobre los cuerpos, y de paso sobre
el misterioso buque fotografiado por el difunto Jackson Elias.
Por su parte, las mujeres de la expedición y
el Profesor Cowles consiguen, no sin antes pagar un rescate digno del príncipe
de un pequeño reino, información sobre los asesinatos, así como sobre el buque.
Los asesinatos parecen ser los últimos de una larga cadena de sucesos, que
suponen la muerte de uno o dos ciudadanos chinos por mes en un espacio bastante
considerable de tiempo. Todos los muertos aparecen mutilados, con los brazos
cortados y sin rastro alguno de las extremidades; como en otras situaciones
parecidas, las víctimas eran todas personas sin recursos, cuya desaparición no
dejaba atrás familiares ni amigos que pudieran hacer preguntas.
Por lo que respecta al barco, en la autoridad
portuaria los encantos de las dos damas, y una nueva transferencia de dinero
contante y sonante, consiguen despejar la incógnita. En los registros aparece
un buque, el AMA OSCURA, que hace constantes viajes de corta duración desde el
puerto de Shanghái. Con bandera británica, el dueño resulta ser un tal Alfred
Penhurst, y está capitaneado por un francés, Jules Savoyard. Esa misma mañana
había llegado a Shanghái, por lo que el pequeño grupo sale de la autoridad
portuaria convencido de que es necesario actuar cuanto antes.
A media ciudad de distancia, Rivers y Bishop
localizan la tienda del Señor Lung, encajonada entre edificios de aspecto de lo
más corriente. Una vez dentro, descubren un espacio que resulta vagamente
desconcertante, con una disposición que no obedece a ninguna regla aparente y
numerosos tapices y pergaminos adornando las paredes. El Señor Lung, un chino menudo
e inquieto, les saluda e invita a tomar asiento, aunque su nerviosismo es
patente, y no hace sino aumentar cuando Bishop mueve una de las sillas del
establecimiento, deshaciendo el desorden anterior, y junto con el detective
Rivers comienza a hacer preguntas relacionadas con los asuntos que les han
llevado hasta China. Pronto resulta obvio que el Señor Lung no tiene
conocimiento de nada relevante, pero su nerviosismo va en aumento y comienza a
hacer extrañas peticiones a los dos investigadores: primero les insta a
observar un pergamino que muestra un tigre en toda su magnificencia; al negarse
a mirarlo, el Señor Lung intenta hacerles entrega de una espada compuesta de
una ristra de monedas antiguas atadas con un fino alambre; ante su persistente
negativa, les enseña un amuleto de cobre y les intenta sobornar con un fajo de
billetes de extraña manufactura. Cuando eso tampoco surte resultado, se quita
una de las sandalias y la introduce en un brasero, aunque Rivers evita que el
zapato se chamusque.
Entre tanto, todos escuchan a un gato
callejero maullar en la ventana y rascar la puerta de la tienducha con
insistencia, tratando de entrar. Los débiles intentos iniciales aumentan de
intensidad paulatinamente, hasta que Bishop decide dejar entrar al animal, que
tras bufar un par de veces, aparentemente asustado por los pergaminos de los
tigres y los numerosos amuletos que cuelgan del techo, se acerca al señor Lung.
El astrólogo apenas parece reparar en
él, toda su atención fijada en los investigadores, pero antes de que nadie
pueda reaccionar, el gato sufre una transformación que deja a Bishop y Rivers
paralizados, y al Señor Lung aterrorizado; donde antes había un pequeño gato
siamés, ahora se encuentra una criatura mitad hombre mitad tigre. El señor Lung
grita aterrorizado y exhorta a los occidentales a coger el dinero y la espada.
Esquivando hábilmente las garras del demonio, el adivino recupera la zapatilla
y la vuelve a meter en el brasero. Rivers dispara a la criatura sin ningún
efecto aparente. Bishop, por su parte, pese a que no confía demasiado en el
excéntrico señor Lung, está atado por su juramento de no dañar a los felinos,
de modo que le ofrece a la criatura los extraños billetes del astrólogo. El
siguiente zarpazo de la criatura es mucho más certero que los anteriores, y
está a punto de arrancarle la cabeza al señor Lung, quien muere en el acto;
entre tanto, la zapatilla arde y emite un acre humo, que parece envolver a la
abominación, la cual busca una salida en la apretada habitación y acaba
saltando por una ventana que da a un pequeño patio, y se pierde entre las
apretadas casas del barrio chino antes de que puedan perseguirla. Antes de
salir de la tienda del desdichado Señor Lung, Bishop recoge alguno de los
billetes, marcados como pertenecientes al Banco Demoniaco, y le roba la zapatilla
que le queda al pobre desgraciado.
De vuelta en el hotel, y puesta en común la
información obtenida, Ewa Cowles y Mei Ling deciden acercarse a los muelles y
localizar el Ama Oscura, mientras los hombres de la expedición, más que
familiares para los sectarios, permanecen escondidos. Una vez en los muelles,
las dos mujeres no tardan en conseguir la localización del buque, aunque el
marinero al que preguntan les avisa de la mala fama de la nave y de su
tripulación, de mala reputación y que frecuentan un local de mala muerte
cercano a los puertos. Al acercarse al barco, resulta patente el por qué de la
mala fama de los tripulantes del barco; al menos físicamente, resultan
repugnantes, con piel brillante y facciones desencajadas, como si se hubieran
derretido al sol. Su comportamiento no es mejor, y las mujeres deciden alejarse
antes de ser descubiertas.
Con la noche cayendo sobre la ciudad, los
investigadores optan por buscar un punto desde el que poder espiar el barco y,
con suerte, abordarlo durante la noche. Rápidamente localizan una casa con
vistas a la nave, que alquilan por unas horas, que Bishop y Rivers utilizan en
espiar a los tripulantes del Ama Oscura con sus prismáticos. La urgencia se
hace patente cuando el capitán, de carácter y facciones similares a las de los
tripulantes, aunque con aire europeo, hace aparición y ladra unas órdenes a sus
subordinados, que comienzan los preparativos para la marcha. Sin un minuto que
perder, el grupo sale en busca de un barco que les permita perseguir al Ama
Oscura, y localizan uno justo a tiempo para iniciar la persecución.
El Ama Oscura |
Pronto resulta obvio, sin embargo, que el
barco utilizado por la secta está impulsado por algún mecanismo ignoto, que le
permite moverse más rápido de lo que un navío de su clase debería, y comienza a
ganar terreno. Antes de que salga definitivamente del rango de su arma, el
intrépido Bishop trata de acabar con el piloto de la nave, aunque su disparo no
consigue su objetivo, y se tiene que conformar con matar a otro miembro de la
tripulación.
Derrotados, los aventureros tratan de
convencer al capitán del barco que han alquilado para que les lleve hasta la
Isla del Dragón Gris, pero se muestra reacio a acercarse a un lugar de tan mal
agüero, cerca del cual han desaparecido numerosos barcos. Sí accede, sin
embargo, a señalar la localización de la isla en un mapa, y les descubre que
pueden encontrarla a apenas 450 kilómetros al Sureste de Shanghái.
De vuelta al puerto, y dispuestos a no darse
por vencidos, en un alarde vengativo se dirigen hacia el almacén de Ho Fong,
para tratar de sacar algo de provecho a su primer día en China. No tardan en
encontrar el edificio, de dos plantas, y con pocas ventanas, aparentemente
vacío. Sin embargo, Rivers no tarda en descubrir que de unas claraboyas en el
techo surge una débil luz, señal inequívoca de que alguien se encuentra en el
interior. El propio Rivers es el encargado de abrir una puerta lateral, y el
grupo se infiltra, sin demasiado cuidado, en el interior del edificio.
Encuentran a los guardias, seis chinos de mal aspecto, entretenidos en una
partida de Mahjong, y rápidamente la
situación degenera en un combate a vida o muerte, en el que las armas de fuego
de los investigadores, y el despliegue de habilidades cuerpo a cuerpo de la
joven Ewa Cowles, supera con facilidad a los guardianes del almacén, pese a que
éstos demuestran su dominio de las artes marciales con un par de patadas
voladoras más espectaculares que efectivas. El combate termina con el oportuno,
aunque débil, puñetazo del Profesor Cowles, que derriba al último guardia que
permanece en pie, y deja expedito el camino al grupo para investigar el infame
almacén sin ser molestados.
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