Extracto del diario de viaje de la Dra. Elizabeth Zimmerman, de la Universidad Miskatonic.
Marsa Alam, Mar Rojo, 15 de abril de 1925
Los taxis nos llevaron a Suez donde tomamos inmediatamente un barco con destino Mombasa. Podremos descansar unos días y planear cómo vamos a detener a Nyarlathotep.
Marsa Alam, Mar Rojo, 15 de abril de 1925
Dejamos atrás El Cairo al fin...
La madrugada del 14 al 15 de abril fue una
locura, especialmente para Michael. Nada más llegar a su habitación ese
alcohólico de Van Heuvellen estaba aún despierto. Bishop estaba aún alterado
por el encuentro con el Faraón Negro así que le costó bastante conciliar el
sueño. Cuando al fin el cansancio logró adormecerle una sombra moviéndose en la
oscuridad le alertó, corrió a encender la luz y se encontró con una pantera a los
pies de la cama del holandés. Tras despertar a Van Heuvellen le amenazó con
matarle si no le daba los pergaminos a la pantera. Tras una corta discusión
accedió y lo que antes era una pantera se transformó en la mujer que acechaba a
arqueólogo.
No sé muy bien que impulsó a Michael a
detener a esta mujer para pedirle ayuda, pero sin duda fue este momento y no
otro el que nos devolvió la suerte y la esperanza. Poco pudo hacer la
sacerdotisa, pero prometió hablar con su señora, la mismísima Bastet, para pedirle
ayuda para los nuestros.
Michael está ahora mismo durmiendo y es
posible que siga así muchas horas, por lo visto no durmió la pasada noche, se
quedó vigilando a Van Heuvellen y en cuanto salió el Sol vino a despertarnos,
cogimos unos taxis sin entenderle muy bien y fuimos al hospital a recoger a
Rita y a Owen. En ese momento, al verles salir del hospital guiados por el
perturbado Michael, me pregunté si íbamos a lograrlo; su aspecto era penoso, el
detective apenas se tenía en pie, Rita parecía completamente derrotada,
alicaída, aún adormilada por los calmantes y Michael estaba sobreexcitado y con
claros síntomas de agotamiento, incluso murmuraba incoherencias.
Guiados por Van Heuvellen llegamos a un
templo dedicado a Bastet, escondido en el corazón de El Cairo. Es increíble que
en el centro de la ciudad, a través de estrechas callejuelas, se pueda llegar a
un templo dedicado a la diosa gata que aún conserva las antiguas tradiciones...
Según nos acercábamos al templo el número de
gatos aumentaba, tanto en la calle como en las cornisas. Al fin llegamos a la
puerta del templo, muy discreta y disimulada; si hubiera pasado por allí
seguramente la habría pasado por alto, pero el holandés estaba seguro. Dentro
encontramos a la sacerdotisa, que tras saludarlos y mirarnos con algo de
lástima inició un ritual, entonando un misterioso canto y ofreciendo una rata
como sacrificio. Cientos de gatos nos observaban desde cada rincón del templo,
y pude observar la rica decoración. Al cabo de unos minutos, la estatua de
Bastet, la diosa con cabeza de gato, cobró vida y se dirigió directamente a la
sacerdotisa, y después, a nosotros. ¡Bastet! En la Universidad me
tomarían por loca. Pero Ella nos habló, nos preguntó por nuestra misión, y
parecía complacida al ver que peleábamos contra el Faraón Negro, Nyarlahotep.
Nos agradeció haber devuelto los papiros y curó a nuestros heridos. Además nos
dijo que, en caso de necesidad, usemos el ritual del que dispone Van Heuvellen
para contactar con ella y pedirle ayuda. Es reconfortante saber que no estamos
solos en nuestra lucha; Bastet nos animó a continuar y nos advirtió de los
peligros que nos aguardan, debíamos salir cuanto antes de Egipto pues la Hermandad del Faraón
Negro es muy poderosa, Alá no es un Dios que responda a sus fieles y a ella
apenas la adoran unas pocas sacerdotisas (y todos los gatos del mundo, en el
fondo de sus corazoncitos salvajes).
La estatua volvió a quedarse quieta, pero
cuando volvimos a la calle vimos que un gran grupo de cultistas nos habían
seguido hasta el templo. Los gatos de la calle se abalanzaron contra ellos y
varios resultaron heridos o muertos. Nosotros nos refugiamos dentro, donde la
sacerdotisa nos miró, acusadora, pues nuestra falta de cuidado había puesto en
peligro su lugar sagrado. Cuando los cultistas irrumpieron en el templo, ella
se transformó en pantera, y otros gatos le ayudaron en la lucha. En el momento
en que uno de ellos resultó muerto, otros gatos se transformaron en leones y acabaron
con todo el grupo. No es sabio matar gatos en el templo de Bastet, pues no deja
de ser la cara amable de Sekhmet, la furiosa leona hija de Ra.
Tras la pelea, en la que ni siquiera tuvimos
tiempo de participar, decidimos marcharnos de Egipto lo antes posible,
premiados por la Diosa
y su sacerdotisa, pero... ¿Cómo iba a dejar sin visitar la Pirámide Roja? Allí
podían esconderse innumerables secretos sobre cómo derrotaron al Faraón Negro
por primera vez, lo único que sabemos es que un héroe humano fue ayudado por
una Diosa, y que utilizaron la pirámide acodada para proteger Egipto del poder
maligno del Faraón Negro. Pero Michael se negaba a pisar una pirámide, tan solo
quería abandonar Egipto cuanto antes. Así pues fuimos al hotel a recoger
nuestras pertenencias, pagar la estancia y abandonar el país en barco. La Pirámide Roja no
dejaba de torturarme, así que tras discutir de nuevo con Michael decidimos ir a
ver la Pirámide
mientras él iba a ver al Dr. Kafour.
Que tremenda decepción... La Pirámide Roja no
escondía nada, ni una sola pista, ni un solo indicio de aquel que enterró al
Faraón Negro, nada. Sí es cierto que encontramos evidencias de que algún tipo
de inscripción había sido arrancada de la propia pirámide. Tuve que irme de la
pirámide visiblemente decepcionada y contrariada por la pérdida de tiempo. Por
suerte Michael aguardaba con una gran sorpresa.
Al llegar al museo egipcio Michael salió a
hablar con el resto de nosotros, al parecer las inscripciones de la pirámide
acodada habían sido traducidas por el Doctor y el mensaje ahí escondido nos
apremia a lanzarnos sobre nuestro objetivo. El próximo mes (no conocemos el día
exacto) nacerá la encarnación, el avatar o el descendiente de Nyarlathotep en la Montaña del Viento Negro.
Y el Fin del mundo tendrá lugar el 14 de enero de 1926. Nuestro plan es
detenerlo y acabar con esta amenaza, se lo hemos prometido a Bastet y a los
Hijos de los Mamelucos, lucharemos con todas nuestras fuerzas contra este ser.
Sin embargo no todo iban a ser atemorizadoras
noticias y tras hablarnos de estos escritos Michael sacó un maletín y sonriendo
me dijo susurrando “Al-Azif”. ¡No me lo podía creer! ¡El Dr. Kafour había
accedido a dejárnoslo! ¡Bravo por Michael, eso iba a ser una gran ventaja para
nosotros! Según nos contó más tarde el piloto, tendremos que devolverlo cuando
acabemos de leerlo y protegerlo del mal con nuestras vidas.
Poco después acudimos de nuevo a ver a Kafour
para hablar sobre la inscripción arrancada de la Pirámide Roja.
Gracias a unas fotos pudimos deducir que se trata de algún tipo de sello de
protección muy poderoso e importante. Elegimos la foto que mejor mostraba el
sello y nos la quedamos. Sin duda el doctor Kafour ha sido nuestro más grande
aliado en Egipto y probablemente en toda esta aventura.
Los taxis nos llevaron a Suez donde tomamos inmediatamente un barco con destino Mombasa. Podremos descansar unos días y planear cómo vamos a detener a Nyarlathotep.
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