miércoles, 24 de julio de 2013

Crónica. Capítulo 4: Kenia. Sesión 2: el Gran Bundari

Jueves 23 de Abril de 1925

Mientras Van Heuvelen termina de estudiar el hechizo para contactar con Bastet para tratar de devolverle la vista a  Bishop, el detective Rivers decide regresar a la estación en busca del jardinero Sam Mariga. Éste asegura no saber mucho sobre el final de la Expedición Carlyle. Él había ido de visita a su aldea natal, Nvodu, y allí oyó que se había producido una masacre y que los cuerpos despedazados de las víctimas permanecían en el lugar, intactos por los carroñeros. A su regreso a Nairobi, se lo comunicó a las autoridades británicas, que acudieron a investigar la zona, que ahora los nativos llaman las Tierras Corrompidas. Recomienda al detective que vaya a las oficinas de la Asociación Central Kikuyu hable con el señor Johnstone Kenyatta, que sabe mucho de todo cuanto pasa en Kenia, incluyendo los sucesos más oscuros y esotéricos.

Esa misma noche, la doctora, el holandés y el piloto acuden a un vertedero del barrio negro de Nairobi para invocar de nuevo a Bast. El ritual requiere un sacrificio, y tras algunos torpes intentos de cazar una rata, Van Heuvelen decide pagar a un pordiosero, que le trae un pájaro enfermo. La ofrenda no complace mucho a la diosa, como tampoco lo hace la presencia del holandés que robó sus papiros, pero finalmente accede a devolverle la vista a Bishop a cambio de su promesa de hacerle una ofrenda cada noche de luna nueva y no volver a dañar a ningún felino. Como Bast tiene un extraño sentido del humor, los investigadores pronto se percatan de que le ha dado a Bishop ojos de felino, lo cual es una ventaja en la oscuridad, pero un problema considerable para las relaciones sociales.

Viernes 24 de Abril de 1925

Por la mañana, los investigadores se dirigen a las oficinas de la Asociación Central Kikuyu, en el barrio negro, donde los recibe Johnstone Kenyatta. Éste, un hombre culto, de buenos modales y vestido al estilo occidental, les recibe con amabilidad, pero antes de revelar ninguna información, les interroga sobre el motivo de sus investigaciones y su relación con Jackson Elias, cuya muerte lamenta, aunque no parezca sorprenderle mucho.

Kenyatta es de la opinión de que la Expedición Carlyle se dirigía a la Montaña del Viento Negro, también llamada Monte Kere-Nyaga, o Monte Kenya, para los europeos. En esa montaña se ha instalado y hecho fuerte en los últimos años la Secta de la Lengua Sangrienta, liderada por la cruel hechicera M'Weru, que tiene aterrorizados a los nativos de las aldeas cercanas y sin duda dio muerte a la expedición con sus artes oscuras.

Dice no poder ayudarles mucho más, pero conoce a un hombre que sí que podría. No se lo presentó a Elias porque pensó que él ya estaba condenado, pero cree que a ellos aun les quedan grandes victorias por conseguir, o quizá terribles fracasos por experimentar. Los investigadores se muestran interesados por conocer a este contacto de Kenyatta, y él sale de la habitación para arreglarlo todo. Durante unos eternos minutos, los investigadores esperan su regreso, temiento que les haya tendido una trampa y recordando el gran error que cometieron en Londres, al confiar ciegamente en Edward Gavigan, pero finalmente el activista regresa y les dice que fuera les espera un hombre que les guiará hasta una puerta pintada de amarillo que deberán cruzar. Se despide estrechando la mano de cada investigador.

Aun suspicaces, los investigadores siguen al guía hasta un Rolls Royce amarillo, en el que salen de Naoirobi para ir a una aldea no muy lejana. El conductor se baja y hace esperar a los investigadores en el coche mientras discute con un joven. Finalmente, cuando parece que el joven está convencido, el conductor les hace señas para que se acerquen.
Okomu

El joven se presenta como Okomu, y dice ser el enlace del Gran Bundari en este plano de existencia. La mente de su maestro está ahora en otros planos, por lo que deberán esperar a que vuelva para poder hablar con él, así que antes de entrar en su cabaña les advierte que no hagan ruido, porque podrían alterar el tránsito del alma de Bundari haciendo que se pierda para siempre entre los planos.

En el interior de la cabaña, el viejo Bundari está sumido en un trance profundo, y Okomu les ofrece algunos frutos secos para comer mientras esperan. El chamán tarda la friolera de doce horas en volver a la Tierra, y cuando lo hace saluda a los investigadores por su nombre uno por uno, regalándoles revelaciones sobre su pasado, presente o futuro, y algún consejo.

El Gran Bundari ofrece su espantamoscas a los investigadores


Hablando siempre a través de Okomu (puesto que él no habla inglés), Bundari confirma la versión de Kenyatta y añade que la hechicera M'Weru llegó a la montaña hace unos pocos años. Cuando se le pregunta por la muerte de la expedición Carlyle, dice que no sabe qué ha sido del resto, pero que siente que al menos uno de sus miembros sigue en África, vivo.

No puede ayudar mucho a los investigadores, que están decididos a partir hacia el monte del Viento Negro, pero les da un par de regalos que les ayudarán en su misión: un espanta moscas "para encontrar y defenderse del mal" y una cajita de madera que contiene un camaleón de tres cuernos al que él llama su "amiga" y que dice que puede ayudarles sólo una vez, pero no contra la magia. Sólo tienen que abrirla y dejarla suelta, pero deben recordar alimentarla bien cada día con moscas. Una vez entregados los regalos, el chamán despide a sus visitantes.

El extraño reptil regalado por Bundari



Dado que ni Bundari ni Okomu parecen dispuestos a acompañarles, los investigadores preguntan a éste último quién puede guiarles hasta el monte, y él les recomienda hablar con el jardinero Sam Mariga. El tiempo corre en su contra, y así que nuestros héroes se dirigen de vuelta a Nairobi para preparar su expedición.

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