viernes, 13 de julio de 2012

Crónica de Las Máscaras de Nyarlathotep. Capítulo primero: Nueva York. Segunda sesión: Horror en la casa del Ju-Ju

Mañana del sábado 17 de enero de 1925, Nueva York y Arkham.
El día comienza con una desagradable noticia, un golpe de frío ha cogido desprevenido a Alfred el cual se encuentra indispuesto temporalmente.
Tras la infructuosa visita de Owen Rivers y “Bull” a la casa del Ju-Ju decidieron que alguien debía ir a comunicárselo a Mathew Jackson-Walker, así pues mientras Owen patrullaría la zona, el Sgto. Connor iría a la mansión a informar al mecenas del grupo. Así el ex marine cogió su moto y fue hacia el domicilio del adinerado Mathew sin darse demasiada prisa ya que su maltrecho hombro le impedía conducir con normalidad.

El tráfico de Nueva York no le pone las cosas fáciles a Steven "Bull" Connor
Ya en la mansión el mayordomo le acompañó al salón principal dónde Mathew charlaba con la Dra. Elizabeth Zimmerman sobre sus siguientes pasos a dar. Steven Conor expone acelerado lo que ha ocurrido en la casa del Ju-Ju, ante lo cual Mathew decide hablar con su padre sobre la posibilidad de solicitar una orden de registro del local regentado por Silas N’kwane, la idea no parece cuajar todo lo bien que Mathew desearía, así pues decide improvisar, sin embargo antes realiza una llamada a la mansión Carlyle para ver si puede concertar una cita con el familiar vivo de Roger Carlyle, no le atienden en ese momento así pues deja su teléfono para que le devuelvan la llamada. Mientras tanto la Dra. Zimmerman informa a Mathew de su siguiente paso, ir a la universidad de Miskatonic para hablar con el profesor Anthony Cowles sobre la charla a la cual Jackson Elías acudió.
Mientras tanto el señor Rivers se encontraba en su coche, estacionado frente a la casa del Ju-Ju, cuando un grupo de hombres de raza negra se acercan a su coche a instarle a irse de la zona. Ante la negativa de Owen comienzan a amenazarle hasta que el investigador decide mostrarles su pistola para disuadirles, aunque finalmente, y tras algunas muestras de violencia, la mejor opción para él es dar vueltas por la zona con su coche, desde el que ve como varios hombres de raza negra se introducen en el establecimiento del señor Silas.
Sin una idea clara en mente el joven Mathew conduce su coche en dirección a Harlem con Steven como copiloto, al llegar a la casa del Ju-Ju Mathew se asegura de llevar su arma se baja del coche y le pide al mercenario que se quede en él esperándole. Ya dentro del local el señor Silas y otro hombre se quedan mirándole fijamente, están claramente molestos con las visitas de gente extraña. Entonces Mathew decide presentarse como Albert, un trabajador de importaciones Emerson (La empresa en la que Silas recibe los paquetes enviados desde Kenia por su contacto Aja Singh), que viene a informarle de que ha recibido un pequeño paquete en la central de parte de Aja. Pese a no ser un gran mentiroso Mathew consigue que Silas le crea y concierta con él la recogida para el lunes a las 8 de la mañana.
Es justo en ese momento cuando Owen Rivers dobla la esquina en su coche y ve a Mathew montar en su coche y arrancar, así es como ambos coches empiezan a salir de Harlem. Sin embargo “Bull” observa que un destartalado Ford está siguiendo al señor Rivers, se lo comunica a Mathew el cual detiene el coche y hace una leve seña a Owen para que continúe conduciendo sin detenerse. El agente lo entiende a la perfección y continúa conduciendo hacia su casa. En ese momento Mathew decide llamar a la policía desde un teléfono en una tienda para alertarles de que un grupo de agresores están siguiendo al señor Rivers, sin embargo no sabe donde vive así que también llama a la Agencia Continental, donde trabaja Owen Rivers, para que estén alerta.
Al llegar a casa Owen saluda a su mujer tras un largo día de trabajo la cual le dice que llame de inmediato a la agencia quienes le alertan sobre sus perseguidores. Inmediatamente decide abandonar su casa para llevar a los perseguidores lejos. Owen conduce su coche por la ciudad con el Ford pisándole los talones pero sin realizar ningún movimiento agresivo. Simultáneamente Mathew consigue el teléfono de Owen Rivers, llama a su casa y le pide a su mujer que abandone el piso y busque un hotel dónde pasar los próximos días, él mismo pagará su estancia. Al detenerse en un semáforo Owen ve por el espejo retrovisor como los perseguidores no frenan y embisten su coche para después bajarse y, empuñando un bate de baseball, acercarse a su coche. Owen sale del coche para encararse con ellos, se profieren múltiples amenazas hasta que uno de los agresores amenaza a la familia del investigador, es el primero en recibir un disparo mientras el otro atacante trata de apresar a Owen Rivers. Durante unos segundos que se hacen eternos Owen y el agresor que queda en pie combaten a puño descubierto hasta que finalmente el hombre afroamericano empuña una navaja que clava en el costado de Owen el cual dispara, sin mucho éxito, varios tiros a su enemigo hasta que finalmente cae muerto sobre el asfalto. Apenas pasan unos minutos hasta que la policía hace su aparición y desarma y detiene al investigador. No pasan muchas horas hasta que el resto, a través de la Agencia de detectives, se entera de la detención de su compañero.
La acción se traslada a Arkham cuando la doctora finalmente consigue citarse con el profesor Cowles al día siguiente en un café cercano a la Universidad, donde el profesor le hablará de su charla. Así pues, la Dra. Zimmerman se tomó el resto del día libre, para pasarse por su casa y ver si su gato sigue bien tras su ausencia.
Mientras todo esto ocurre las cosas en la mansión Jackson-Walker se mezclan unas con otras. Mathew decide hablar con su padre para reservar pasajes a Londres dentro de un mes, el tiempo que estima el padre de Mathew que tardará en resolverse el juicio contra Owen Rivers. Y poco después la doctora Elizabeth llama para informar de sus primeros avances e informar de que pasará unos días más en Arkham, ya que el profesor Cowles no la recibirá hasta la mañana del domingo. Tras esta conversación con la doctora, Mathew se dirige a importaciones Emerson donde pide al encargado ayuda para hacer caer a Silas en la trampa, apela a los asesinatos y lo peligrosa que es la secta para Nueva York hasta que el encargado accede esperando recibir una compensación.
Poco después de volver a su mansión le informan de que el abogado de Owen Rivers no ha conseguido sacarle bajo fianza y recibe la visita del Dr.Fowley con los resultados de su investigación sobre el difunto señor Carlyle y sus sesiones de psicoterapia. Al parecer Roger Carlyle era un alma torturada que tenía varios sueños recurrentes sobre un misterioso hombre con una cruz ansada en el pecho que le llama y que sostiene en una mano la cara del propio Carlyle y en la otra una pirámide irregular (lo que hace pensar a Mathew en la Pirámide Torcida de Dhashur). Las notas también hablan de una mujer a la que Roger llamaba “M’Weru”, “Anastasia” y “Sacerdotisa”, y que parecía ejercer una poderosa influencia sobre él (el psicoanalista reconoce que es una amenaza para su propia autoridad).
Mañana del domingo 18 de enero de 1925, Nueva York y Arkham.
El día siguiente pasa tranquilo para los investigadores en Nueva York, Owen pasa un día más en la cárcel ya que el domingo no trabaja el fiscal, Mathew se dedica a preparar su escopeta por si tiene que usarla y el doctor Fowley revisa las heridas de “Bull”.
En Arkham, Elizabeth habla con el profesor Cowles, el cual no ofrece apenas información sobre la secta que los investigadores buscan en Nueva York y sobre la expedición Carlyle. En esencia, la conferencia puede resumirse en tres partes, de las que la doctora toma notas por si acaso se pueden encontrar algunas pistas.

El jovial Profesor Anthony Cowles explica de buen grado el contenido de su conferencia
En primer lugar el profesor habla de una antigua secta aborigen que adoraba a un ser conocido como “El Padre de todos los Murciélagos”. Se rumoreaba que el sumo sacerdote de esta secta tenía el poder de convertirse en una serpiente con alas de murciélago. Lo que sí se sabe es que esta sanguinaria secta realizaba sacrificios humanos con un método extraño: mataban a sus víctimas propinándoles golpes y cortes con un garrote lleno de dientes de murciélago envenenados; también, parece ser que el objetivo último de la secta sería invocar al “Padre de todos los Murciélagos” para que conquistara el mundo.
En segundo lugar, el profesor habla de las ruinas de una extraña ciudad, escondida en el desierto occidental de Australia; muestra unas fotografías tomadas por un tal Arthur MacWhirr en esta ciudad, llegando a afirmar que no se trata sólo de una ciudad precolonial, sino que incluso podría tratarse de una ciudad prehumana. Está claro que estas ruinas causan la admiración y curiosidad de la doctora Zimmerman, pues aunque no cree que la ciudad sea “prehumana” está claro que la antigüedad y el valor de las construcciones que se aprecian en las fotografías es enorme.
Por último, el profesor comenta una historia mitológica aborigen que ha encontrado en la biblioteca de la Universidad de Miskatonic, y que en resumen dice así: El Murciélago de Arena quería que todo el mundo bebiese arena, pero llegó la Serpiente del Arcoiris y dio a los seres humanos el agua, enfrentándose de este modo al Murciélago de Arena, que por supuesto se enfureció. Pero la Serpiente del Arcoiris era muy lista, y le preguntó que por qué vivía en el desierto, y él dijo que porque al estar rodeado de tanta arena era muy fuerte. Ella le respondió que conocía un lugar con mucha más arena, y le convenció para ir. No mentía, pero este lugar era el fondo del mar, donde todos los seguidores del El Murciélago de Arena quedaron atrapados. Él sí consiguió salir, más furioso aún con la Serpiente del Arcoiris, ya que le había tendido una trampa.
Al final de la charla el profesor Cowles y la doctora Zimmerman se despidieron, pero antes ésta le prometió que si encontraba alguna otra historia aborigen que hablara del Padre de todos los Murciélagos o similar se la remitiría.
Elizabeth decidió acercarse a la biblioteca de la Universidad; sabía que siendo domingo estaría cerrada, pero puesto que conocía a la mayoría de los guardias de seguridad (debido a las cientos de horas que ha pasado en esa misma biblioteca trabajando), intentó probar suerte.
Ese día la tuvo, ya que le tocaba estar de guardia a Bob, al que aunque sólo conocía de vista le dejó pasar. Estuvo buscando durante horas libros o trabajos que trataran sobre sectas africanas, y finalmente encontró algo que parecía de utilidad: había referencias a una secta que adoraba a un ser conocido como “el Dios de la Lengua Sangrienta”, un antiquísimo culto cuyos orígenes se remontan al Egipto dinástico, de donde fue expulsado, para establecerse finalmente en Kenia. Sin duda ése era el recorrido que había realizado la expedición Carlyle, por lo que esta información parecía de utilidad.
Viendo lo tarde que se había hecho, Elizabeth decidió pasar la noche en Arkham y aprovechar la mañana del día siguiente para encontrarse con algunos colegas de la Universidad e investigar si alguno había oído hablar sobre este extraño culto.
Mañana del lunes 19 de enero de 1925, Nueva York.
El lunes amanece con Mathew despertando al anciano doctor y al exmarine, les insta a preparar sus armas y les cuenta su plan. Secuestrarán a Silas N’Kwane en los aledaños de Importaciones Emerson y así conseguirán toda la información que necesiten sobre los Nandi. Nadie parece especialmente sorprendido por la idea de Mathew, así que la llevan a cabo. Mientras el doctor espera en el coche y Mathew dentro de la empresa de importaciones, “Bull” estará fuera armado con una gruesa tubería con la que Mathew espera que pueda abatir al anciano Silas. El plan tiene un fallo, ya que Silas no tarda en reconocer al sargento Connor y tratar de huir, sin embargo el exmarine no pierde el tiempo y arremete contra él hasta que logra dejarle inconsciente y en el maletero del coche de Mathew, el cual sale de la empresa de importaciones al oir las palabras de auxilio del ahora silencioso Silas. El doctor conduce el coche hasta las afueras donde Mathew ordena que se registre a fondo a Silas, encuentran varias llaves, una de ellas al cuello del anciano, y otras cosas sin interés para los investigadores. Comienzan a lanzar preguntas sin piedad contra Silas pero este no parece dispuesto a hablar con los captores. Mathew decide dejar a solas a Silas y al sargento Steven unos minutos. Tras 5 minutos y varios dedos rotos Silas decide hablar. Sirve a un grupo llamado “Culto al Dios de la Lengua Ensangrentada”, realizan sacrificios humanos, matan a aquellos que se acercan demasiado a la verdad (Aquí Mathew decide suponer que ellos fueron los que mataron a Jackson Elías), se reúnen cada miércoles y siguen a su sumo sacerdote Mukunga, sin embargo Silas afirma que él sólo pone el sótano, no participa en sus ritos ni sabe que es realmente lo que se hace allí abajo. Los investigadores se debaten sobre dejar vivir a Silas o no, finalmente Mathew le ofrece una salida, le sacará del país durante al menos un mes y medio y después podrá volver si quiere, a cambio él les meterá en su tienda sin levantar sospechas.
El grupo tiene suerte de que Harlem no sea un barrio madrugador y acceden a la tienda sin levantar sospechas. Ya dentro abren la trampilla que lleva al sótano y Mathew usa el teléfono para llamar a la Agencia Continental donde ya se encuentra Owen Rivers tras abandonar la cárcel. Le pide que acuda a la casa del Ju-Ju con su cámara de fotos. Al sótano se llega por una estrecha escalera que conduce hasta una gruesa puerta reforzada. Mathew pide que Silas abra la puerta pese a sus heridas, así pues introduce la llave y espera a que el viejo la gire y entre a la oscuridad más profunda, se dan cuenta de que necesitan una linterna, por suerte Silas tiene una en la parte superior, así pues la encienden y observan una gran sala con tambores a los lados, una jaula para meter a los que más tarde serán sacrificados, una enorme losa de piedra en el suelo unida por una cadena a una polea, y al fondo una gruesa cortina. Mathew no quiere dar un paso más y le pide a Silas que abra la cortina del fondo dónde el grupo piensa que estará el sumo sacerdote. Sin embargo al retirar la cortina unos seres surgen de ella. Uno de ellos se abalanza sobre Silas mientras los otros tres van hacia los investigadores que huyen cerrando la puerta reforzada sin mirar atrás hasta el piso superior, el sargento “Bull” se encuentra especialmente afectado por lo visto en el sótano y se obliga a creer que esos hombres siguen probablemente vivos. 

Algo espera en silencio tras la cortina
 La puerta no resiste demasiado y el doctor huye hasta el coche, sin embargo los otros dos investigadores deciden probar a disparar sobre los zombies que les persiguen, los tiros del sargento no parecen hacer especial daño a estos seres sin embargo el joven diletante está en racha y el primero de los tiros de su escopeta tumba a uno de los seres, lo cual les hace volver a intentar disparar con el mismo resultado. Cunde el júbilo al ver que tienen alguna posibilidad y mientras Mathew recarga el exmarine no deja de disparar hasta que tumba a uno de los zombies, el último disparo lo hace Mathew in extremis a un zombie situado a escasos centímetros de los investigadores. Los investigadores respiran aliviados y bajan de nuevo al sótano a llevarse todo lo que puedan cargar. En ese momento hacen aparición Owen Rivers y otros dos miembros de la Agencia Continental, bajan al sótano a tomar fotos de la cámara de ritos y el doctor, Owen y Mathew vuelven a la tienda dónde avisan a la policía de los disturbios en la tienda. Mientras, en el sótano, “Bull” decide retirar la losa del sótano, unos gritos agudos y estremecedores surgen del hueco ahora descubierto y entonces un horrible ser compuesto de decenas de bocas emerge para atrapar a uno de los investigadores de la Agencia Continental mientras el exmarine y el otro investigador huyen despavoridos. Steven Connor no consigue sobreponerse y atraviesa la tienda a toda velocidad gritando sin parar, sale a la calle y continúa huyendo. El otro agente no para de repetir “muerte, muerte” y cuando se le pregunta por el otro agente niega con la cabeza. Mathew empuja a Rivers fuera para que se vaya con el doctor en el coche y le dejen sólo a él hasta que llegue la policía.

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